POR CARLOS QUIÑONES
JEREMIAS 2:13
Por medio del profeta Jeremías, el Señor declaró: “Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a ‘mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua”
Por ser fuentes de reserva de agua, las cisternas eran de vital importancia para los que habitaban las áridas tierras del Antiguo Testamento, pues la gente dependía totalmente de ellas para sobrevivir durante las estaciones de sequía.
Las cisternas eran de piedra y únicamente podían retener el agua mas no producirla. Había veces en que la piedra tenía fisuras y no servía para retener el agua.
Empleando este ejemplo como metáfora, el Señor hizo dos acusaciones contra Israel.
La primera de ellas tenía que ver con su falta de confianza en El. Jehová, por ser la fuente misma del agua de vida, es digno de confianza en todo momento, pero el Israel antiguo preparó nuevas cisternas, o sea, que se volvieron a la idolatría en procura de la seguridad, de la espiritualidad y del poder.
En segundo lugar, las nuevas cisternas no estaban en condiciones de preservar el Espíritu mejor de lo que una cisterna averiada lo estaba para retener el agua o producir agua por sí misma. Es así que Israel era como un pueblo atormentado por una sequía, que deja de lado una fuente de agua viva que brinda suficientes reservas y confianza, para volverse a los pozos averiados que no proporcionan absolutamente nada.
Cuando el estudio de las Escrituras se acompaña con oración sincera, puede transformarse en una fuente de revelación personal y en el medio por el cual se puede incrementar el poder espiritual para aplicarlo en la vida diaria. En otras palabras, constituye la forma de llegar a la verdadera fuente que saciará toda sed, la única cisterna llena con el agua de vida.
DIOS LE BENDIGA
